La Alhambra abre el año cultural con la exposición «Colita. Flamenco. El viaje sin fin» que, desde hoy y hasta el próximo 6 de mayo, puede visitarse en la Capilla del palacio de Carlos V. La muestra es el último ‘destino artístico’ de la fotógrafa y periodista Isabel Steva (Barcelona 1940), conocida profesionalmente como Colita, y recorre a través de casi 80 fotografías su fascinación por el flamenco y la experiencia vivida con nombres geniales de este ámbito, a los que ha retratado su faceta más humana, desde mediados de los años 60 hasta los albores del siglo XXI.

El 26 de enero, el director del Patronato de la Alhambra y Generalife, Reynaldo Fernández Manzano, ha presentado este proyecto expositivo, comisariado por la periodista y escritora Concha Gómez, junto a la propia Colita que, emocionada, ha confesado que esta exposición “es un sueño hecho realidad. Estoy feliz por el hecho de que a mi edad pueda exponer mi trabajo sobre el flamenco en la Alhambra. Lo que está detrás de estas fotos son muchos momentos de alegría, de amor, de compañerismo y de amistad. Es mi granito de arena en la historia de este país”.

Por su parte, Fernández Manzano ha destacado la trayectoria profesional de Colita, Premio Nacional de Fotografía en 2014, otorgado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y la vinculación de su trabajo con la Alhambra, donde artistas como Manuel de Falla o Federico García Lorca “han reclamado para el flamenco la consideración de música culta, rica y universal”.

En Colita. Flamenco. El viaje sin fin por primera vez se ha reunido, en una exposición monográfica, las imágenes captadas por la cámara de la fotógrafa catalana a un extraordinario número de artistas flamenco de forma conjunta. Lo más difícil, apunta la comisaria, ha sido “el proceso de selección, ya que la autora ha tenido que elegir entre más de 400 instantáneas que conforman su archivo personal. En esta propuesta, el espectador tendrá la oportunidad de establecer un diálogo visual con algunas de las figuras más emblemáticas de este arte, además de mostrar su dimensión más humana y cotidiana. Las imágenes son el reflejo de las experiencias que Colita ha vivido en las casas de los artistas, a los que acompañaba en sus actividades domésticas, compartiendo momentos familiares. Una fotografía sin artificios ni manipulaciones, directa y sin prejuicios”.

La exposición tiene como punto de partida los retratos de los gitanos que vivían en las barracas del Somorrostro, un barrio en los arrabales de la Barcelona de principios del siglo XX, y donde se rueda la mayor parte de la película de Los Tarantos,  dirigida por Francesc Rovira i Beleta. Allí fue donde conoció y fotografió a Carmen Amaya, de quien se sintió “totalmente deslumbrada, y al bailaor Antonio Gades. A partir de ese momento, la bailaora ejerció tal influencia en la joven Colita que durante años buscó “instantes únicos, intensos y fascinantes” que captar con su cámara: “Todo comenzó durante este rodaje. En un descanso, mientras los guitarristas tocaban, Carmen Amaya se puso a bailar y me emocioné de tal forma que comencé a llorar. Desde entonces emprendí un viaje que nunca tiene fin, en busca de ese sentimiento único”.

Tras este primer bloque, la muestra continúa a través del recorrido fotográfico que Colita realizó a finales de los años 60, a bordo de su Seiscientos, por Andalucía, donde se van a ver imágenes de Antonio Mairena, Manolo Caracol, las Hermanas Utrera, Chocolate, etc.  Después, Colita seguiría haciendo fotografías a otros artistas como Lola Flores, Paco de Lucía, Cristina Hoyos, para terminar con otras miradas hacia otras figuras del flamenco más jóvenes, como Martirio, Estrella Morente, Miguel Poveda, Mayte Martín, Juan Manuel Cañizares o Duquende.

Autodidacta y emprendedora, Colita aprendió el oficio de la mano de grandes nombres de la fotografía, maestros del reportaje y del retrato humanista, como Oriol Maspons, Xavier Miserachs o Francesc Catalá-Roca, y fue una de las mayores documentalistas gráficas del movimiento sociocultural de la Gauche Divine, en la Barcelona de los años 60. Después de casi cinco décadas de vida profesional, de acumular premios y reconocimientos la exposición Colita.

Flamenco. El viaje sin fin pone el broche de oro a la trayectoria de una mujer que ha hecho de su hobby su propia vida. La obra de la artista, autora de más de una treintena de libros, está incluida en la colección del Museo Nacional de Arte de Cataluña.

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